BERNARDO CIFRES - TROMPA
por MIGUEL
A. GRACIA, profesor de TROMPA del CPMH
En este número de la revista
vamos a conocer a Bernardo Cifres Amat, profesor de trompa del Conservatorio
Superior de Aragón y trompa solista de la Orquesta del Palau de les Arts
de Valencia .Hace ya 25 años Bernardo y yo nos conocimos en los cursos de
verano de Torrent y Monserrat , yo era un estudiante y él ya era profesional.
No nos volvimos a ver hasta hace 4 años que lo invitamos como profesor al curso
de verano de Valderrobres. A partir de entonces tenemos proyectos en común y
una cercana relación de amistad.
¿Por qué elegiste la Trompa?
Pues fue un cúmulo de
casualidades. Yo había elegido primero el Bombardino y después la percusión.
Pero de repente cambiaron el Director de la Banda de mi pueblo, y vino Manuel
Campos Vivó, que era el solista de Trompa de la Banda Municipal de Valencia, y
un amigo de mi abuelo. Me dijo que era un trompista fantástico y me aconsejó
que cogiera definitivamente la trompa, y así fue, y él se convirtió en mi
primer profesor de trompa y prácticamente me guio durante todos mis estudios.
¿Cómo fueron tus comienzos
como estudiante?
Pues yo soy de un pueblo de
Valencia que se llama Carlet y como ya sabréis en Valencia hay una gran
tradición de Bandas. Una amiga de mi hermana que vivía en nuestra misma calle,
junto con su padre y su hermano eran músicos. Mi hermana y su amiga se
apuntaron a la banda, y 3 años después me apunté yo también. Entonces se empezaba
con el “Solfeo” y así lo hice. Después llegó la trompa, y más tarde el
Conservatorio, etc…
¿Cuáles fueron tus
profesores preferidos y por qué?
Pues en la banda empecé a
estudiar solfeo con Vicente Vanaclocha, “el tío Vicentico” y sus enseñanzas fueron
fundamentales, ya que me enseñó a que me gustara la música y sobre todo a
entonar, cosa fundamental desde mi punto de vista para poder tocar bien. Como
ya dije anteriormente mi mentor con la trompa fue Manuel Campos Vivó, siempre
estaba a mi lado no sólo para enseñarme, sino también para aconsejarme. Fue
para mí como un padre musical. Después en el Conservatorio
de Valencia estudié con los Profesores de trompa Juan José Llimerá y José
Rosell, ellos me guiaron hasta el mundo profesional. Desde hace casi 20 años mi
profesor es Eric Terwilliger, que fue quien me dio la confianza para llegar
donde estoy ahora.
¿Cuál fue tu primer trabajo?
Mi primer trabajo
profesional fue en la Banda Municipal de Bilbao en el año 1989, puesto en el
que estuve 1 año, ya que al año siguiente aprobé en la Orquesta Sinfónica de
Bilbao, en la cual estuve durante 14 temporadas. Este primer trabajo en la
Banda Municipal fue muy importante para mí, ya que me descubrió un mundo para
el que no estaba preparado, tanto personal, como profesionalmente, desde las
horas de estudio que necesitaba hacer, hasta la preparación para los conciertos
que eran semanales, algo a lo que no estaba acostumbrado. Fue una cascada de
emociones, ya que con 19 años me tuve que ir a vivir a 600 Km. de mi casa,
tenía un trabajo con el que había soñado, me pagaban por ello, pero a la vez
era difícil tocar todas las semanas. De repente no estaban ni mi familia
ni mis amigos. Era una vida nueva.
Ahora el recuerdo es muy
bonito, pero entonces no fue fácil.
¿Tu mayor reto con la
Trompa?
Después de pasar unas 8
temporadas de trompa tutti en la Sinfónica de Bilbao, mi mayor reto siempre era
poder tocar de solista en la orquesta, y aunque ello me generaba muchas dudas
ya que nunca lo había hecho en una orquesta profesional, y tampoco tenía
demasiados apoyos dentro de la orquesta, finalmente me atreví a empezar a hacer
audiciones de 1º trompa donde hubieran vacantes. El apoyo de mi profesor Eric
Terwilliger en este camino fue esencial, ya que él desde el primer día que me
escuchó me dijo que podía y debía hacerlo. Al final lo conseguí en la
Orquesta Sinfónica de Navarra, y después en mi actual orquesta, la del Palau de
les Arts en Valencia y seleccionado por el propio Maestro Maazel.
¿Tu día de gloria con la
Trompa?
La verdad es que creo que no
soy capaz de quedarme con uno solo, pero si me vienen a la mente algunos. Mi primera llamada de la
ópera Sigfrido de Wagner, en la ópera de Bilbao con la Orquesta de Euskadi,
cuando además seguía siendo trompa tutti en Bilbao. También mis primeros
conciertos con la Sinfónica de Navarra, ya que estaba consiguiendo mi reto,
pero entre ellos destaco el que toqué el Aria de Julio Cesar de Haendel, que es
conocida por los trompistas debido a su dificultad. Y luego por supuesto los
comienzos en Les Arts, con grandes maestros como Maazel, Mehta, etc.
¿Tu día que desearías
olvidar?
Realmente tampoco tengo uno
en concreto. Aunque siendo trompista no es difícil pensar en muchos en los que
he tenido fallos y siempre en los momentos que menos te lo esperas o deseas.
Aunque realmente creo que me gustaría olvidar tantos días de angustia tocando
en la orquesta por los mal entendidos “egos” de los músicos.
¿Cómo es tu labor como
docente del CSMA?
Pues está resultando algo
más bonito de lo que pensaba, aunque como todo en la vida no es solo bonito, ni
como a mí me gustaría. Muchos días hay que arremangarse y empezar a picar, y
esperar a ver qué resultado nos deparará el futuro. He tenido alumnos que ahora
ya son profesionales con un talento espectacular, pero como es lógico otros con
los que no he conseguido ponerme de acuerdo; y otros que no son ni tanto, ni
tan poco, con los que trabajar te aporta una satisfacción muy grande. Así que
por eso digo que en general es bonito.
Aunque como llegan desde
todo el país, Aragón, Madrid, Valencia, La Rioja, Navarra, etc., cada uno es de
un padre y una madre, o sea cada uno de ellos ha tenido un profesor distinto, y
a veces empezar a hablar el mismo idioma y que podamos entendernos es duro al
principio. Normalmente como pasan una prueba de acceso el nivel suele ser
bueno, pero a veces no tan bueno como ellos creen o les han hecho creer, y esto
suele provocar algún que otro roce, que normalmente se acaba solucionando más
pronto que tarde.
¿Una idea de futuro?
Pues la verdad me gustaría
que todo el mundo de la música fuese más profesional, ya que muchas veces me da
la sensación que vamos por ahí como si fuéramos bichos raros…
Empezando por la enseñanza,
y los que la rigen, las leyes, y los resultados que se están consiguiendo. Mi
sensación es que estamos yendo poco a poco a la deriva.
¿Tu trabajo en Stomvi?
Yo no sé si lo que yo hago
en Stomvi se puede denominar como trabajo, ya que me lo paso tan bien y estoy
aprendiendo tanto que solo puedo estar agradecido. Supongo que me preguntas por
lo que hago allí en la fábrica. Ahora mismo estamos creando y desarrollando una
nueva trompa, la aguda. Y como tú sabes será ya la tercera en nuestra pequeña
familia. Yo toco con una Stomvi Cinco, en la que ayudé un poco al final de su
desarrollo. Aunque sí que estuve en todo el proceso de desarrollo de la Stomvi
Elite, que es un instrumento que hicimos a petición vuestra, de los profesores
de los Conservatorios de Grado Medio de Aragón, y de la que realmente estamos
muy satisfechos. Sí que tengo que decir que
estoy muy orgulloso de poder estar haciendo esta labor, y esta colaboración en
desarrollar unos instrumentos que se están fabricando en España y con una
identidad completamente nueva, y más todavía cuando todo esto está pasando en
una pequeña fábrica familiar en Valencia. Quiero desde aquí dar las
gracias a la familia Honorato y a sus trabajadores, y en especial a Vicente
padre por tener esa mente tan privilegiada y hacerme partícipe de sus locuras
con el sonido.
¿Qué te gustaría contar?
Me gustaría decirles a los
estudiantes de música y en particular a los de trompa que sean muy regulares en
su estudio, y que si realmente quieren ser músicos, que nunca se cansen de
perseguir su objetivo. No son tiempos fáciles con la famosa crisis para ninguna
profesión, y en particular para la Cultura, en la que hay muy poca oferta de
trabajo. Pero insisto que estudien mucho, de manera regular, y pensando en que
hacen, y porqué, ya que es importantísimo. Y otra cosa ahora en cuanto
al pensamiento es, que elijan ser protagonistas de su vida, y de su vida
musical, no víctimas. El ir de victima nos hace quedarnos estancados a la
espera de que otros decidan por nosotros. Os digo esto por experiencia propia.No nos ayuda que estemos
comparándonos siempre con el que toca mejor de la clase, del Conservatorio,
etc… Nos ayudará que nos preguntemos, ¿qué debo y puedo hacer yo para ser
mejor? Y por supuesto, hacerlo.
Espero que mis vivencias os
hayan entretenido, para mí ha sido un placer contároslas.
Muchas gracias Miguel por
esta oportunidad y un saludo a todos.